Audiovisuales
Uno de los grandes retos educativos que tiene
el docente, es encontrar recursos y materiales que apoyen a mediar los procesos
de enseñanza-aprendizaje en el aula. Con la incorporación de las Tecnologías de
la Información y Comunicación (TIC) el abanico de posibilidades es amplio, dado
que éstas ofrecen novedosos recursos que facilitan la construcción de nuevos
conocimientos, sin embargo, la selección que realice el docente de determinados
recursos y materiales educativos deberá estar centrada en las características
propias de sus alumnos, además de ser significativos y cercanos a los contextos
de los mismos, y a su vez responder a los objetivos educacionales planteados
dentro del plan de estudios donde se implementan.
No es de extrañar que los maestros se
pregunten, ¿qué recurso o material educativo es el más óptimo para implementar
en el aula? La respuesta es clara: Definitivamente no existe un mejor o peor
recurso o material educativo, su implementación e impacto dependerá tanto de
las estrategias didácticas y los contenidos, como de las características
biológicas, culturales y sociales del alumno. No obstante, el audiovisual,
desde una visión educativa, es un recurso que por sus características ofrece un
sin fin de posibilidades en la facilitación de los aprendizajes; además de que
en el contexto actual de las TIC es un instrumento de gran valor en tanto que
se encuentra insertado en lo que el escritor e historiador Roman Gubern llama
la sociedad de las cinco pantallas, es decir, en una época donde la televisión,
la internet, los videojuegos, el cine y dispositivos móviles como el celular,
utilizan el audiovisual como medio para comunicar códigos culturales y sociales,
entonces, ¿por qué no utilizar el audiovisual como un recurso que por sus
características, además de potenciar el desarrollo de los procesos cognitivos,
también promueve el aprendizaje significativo?
Una de las características del audiovisual es
que facilita que el espectador se reconozca así mismo como protagonista en las
situaciones que observa y se involucre en ellas; propiciando la
problematización de los contenidos y abriendo espacios para la reflexión,
fortaleciendo los conocimientos previos y favoreciendo los aprendizajes
significativos al ser un recurso que permite introducir, ahondar y ampliar una
temática especifica.
Cuando el docente selecciona un audiovisual,
generalmente considera que tanto el tema que pretende abordar como el mensaje
que quiere transmitir y las imágenes que se presentan sean entendibles en el
video, a la vez que busca que sea atractivo y acorde a la edad y contexto del
alumno con el cual va a trabajar, con lo que cuida lastimar cualquier
susceptibilidad relativa con los cánones
sociales y culturales establecidos (por ejemplo, escenas de contenido
sexual); sin embargo, esa elección
también estará mediada por y en “estrecha relación con la sensibilidad,
imaginación, creencias e interpretación del medio y de la vida, que puede tener
un docente”[1], por lo que a la hora de elegir un audiovisual éste tendrá que
partir tanto de las metas educativas planteadas como de los aspectos
cognoscitivos de los alumnos y el contexto social, cultural e histórico del
mismo.
Con la accesibilidad actual de las TIC, es
fácil encontrar una gran variedad de recursos audiovisuales que pueden ser
aprovechados en los diversos contextos educativos.
Al diseñar un material audiovisual, además de
considerar los factores estéticos, de lenguaje audiovisual y técnicos que lo
configuran, no se debe perder de vista el modelo de aprendizaje que se favorece
ni las características cognitivas del alumno, que lo convertirán en lo que
Cabero define como “una identidad informativa digital desarrollada para la
generación de conocimientos, habilidades y actitudes que tienen sentido en
función de las necesidades del alumno y que corresponde a una realidad
concreta”[1], facilitando tanto la comprensión del contenido como la transferencia
de los aprendizajes, entendiendo que este último “se alcanza a través de un
conjunto de procesos y habilidades cognitivas que orientan el desarrollo del
pensamiento humano”[2].
Para lograrlo, el docente tiene el compromiso
de capacitarse en el dominio del lenguaje audiovisual y producción del video,
dado que debe garantizarse la armonía entre el texto y la imagen con la
aplicación adecuada de los colores a partir de los objetivos, contenidos y
procesos cognitivos que se quieren desarrollar en los alumnos por lo que, el
diseño tendría que estar sustentado en un modelo de aprendizaje que respalde la
forma de adquisición del conocimiento que se quiere favorecer y tener claro el
o los procesos cognitivos que pueden potencializarse en los sujetos, que pueden
ser memorizar, ordenar, secuenciar, jerarquizar, comprender e identificar los
diferentes estímulos y símbolos visuales y sonoros, que les permitirán emitir
juicios, desarrollar capacidades críticas, promover la reflexión y establecer
conclusiones sobre el contenido tratado en el recurso.
Pero el sólo recurso no es suficiente o actúa
por sí solo, como se ha hecho hincapié, la viabilidad del audiovisual como
recurso educativo depende del conjunto de estrategias que el docente diseñe
para aplicarlo en diferentes momentos del proceso de enseñanza-aprendizaje, por
lo que tiene que considerar actividades a realizar antes, que permitan a los
alumnos contextualizarse sobre el tema a tratar y movilizar su aprendizajes.
Finalmente hay que señalar que el audiovisual,
en su creación y utilización, cumple con una función integradora pues permite
no sólo considerar los procesos cognitivos del alumno en el diseño de éste,
sino que además potencializa y da posibilidades de realizar un nuevo
planteamiento de trabajo orientado a la creación de entornos significativos de
aprendizaje donde alumno y docente se asumen responsables de sus propios
aprendizajes.